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Ruta por "La Sierra de Gata"

Febrero 2016

      Visitar las zonas del norte de Extremadura siempre es garantía de disfrute por la belleza de sus paisajes y sus pueblos. Ya desde que se anunció esta ruta despertó un interés como ninguna de las anteriores. No quería perdérsela ni el tato, sí hasta Tato, ese perrito tan simpático de Diego Hermoso, que vino uniformado con su camiseta particular del Club y que de seguir acompañándonos terminará por convertirse en la mascota del Club. Tan solo faltaron aquellos socios que no pueden caminar por estos terrenos o sus obligaciones se lo impedían. Más de cuarenta amigos no socios del Club esperaban a poder inscribirse una vez se abriera su plazo. En menos de veinticuatro horas quedaron cubiertos dos autobuses y se establecía un verdadero récord de inscripciones desde la existencia del Club, suponiendo ello un especial reto para la organización.

     A las 7:00 de la mañana se daban cita en Valdebótoa participantes de la localidad, de Badajoz, de Talavera la Real y más tarde se recogía en ruta a personal en Villar del Rey y de Mérida en La Roca de La Sierra. Un viaje de doscientos kilómetros, en cuyo final nos esperaba una ruta senderista por zona de monte, precisaba una buena carga de energía y para ello, pasada la localidad de Coria, se realizó parada en el restaurante San Cristóbal. Siempre es una incógnita la respuesta que puede ofrecer un restaurante para dar desayuno a un grupo tan numeroso, pero en esta ocasión, con el café de puchero y los churros esperando, realmente se defendieron bien, más allá del pequeño retraso, por otro lado comprensible.

     El viento frío que hacía en Coria, unido a la niebla alta inesperada, hacía presagiar una caminata incómoda, pero una vez llegamos a Hoyos, nuestro punto de partida, comprobamos que al menos el aire se había calmado y que en este aspecto podíamos tener buena ruta, aunque el sol no lo vimos en toda la jornada. Una vez realizada la foto protocolaria de grupo, esta vez con el mayor número de participantes, partimos en dirección al centro del pueblo. Nada más comenzar a caminar nos encontramos con la pequeña Ermita del Cristo Bendito del Valle, un aperitivo de lo que nos encontraríamos después.

    Recorridos doscientos metros por la localidad y pasado el coqueto puente sobre el Arroyo de los Hurones, empezamos a entrar en calor pues pronto comienza a empinarse el terreno. En nuestro recorrido urbano podemos contemplar la arquitectura rural de la zona con numerosas casas señoriales con sus escudos heráldicos. Salimos de Hoyos por un camino algo embarrado y comenzamos a ver numerosos robles y castaños que fueron calcinados en el incendio desolador del pasado mes de agosto. El camino comienza a hacerse algo más duro por su inclinación y las numerosas piedras y ello nos hace suponer que el grupo podría estar estirándose, como más tarde se confirmó. Para algunos caminantes se les hizo especialmente dura la subida de unos dos kilómetros hasta el Alto del Peraldón, lugar donde salimos a la carretera EX-205.

    

    Recorridos unos 650 metros por el arcén de la carretera, la abandonamos a la derecha por una camino abriendo una cancela. Aquí ya comprobamos que el grupo estaba muy estirado y dividido. Todo debido a lo numeroso que era y a las peculiaridades del terreno, así como a las diferencias de ritmo entre caminantes. Como la ruta está perfectamente señalizada, los caminantes deciden mantener su ritmo individual y seguir la ruta, con la consiguiente preocupación para la organización. Tras una leve subida, comienza a divisarse el castillo y la localidad de Trevejo, así como un bello paisaje verdoso en el horizonte dirección suroeste.

    Después de 1,5 kilómetros de descenso comienza una subida durilla de cerca de dos kilómetros y más de 100 metros de desnivel, por un camino empedrado. El grupo para entonces ya se encuentra muy estirado y fracturado, de ahí que fuera imposible mantener el protocolo de la ruta y realizar el avituallamiento y visita a Trevejo en 45 minutos. Por el camino venía gente que lo estaba pasando realmente mal, por la edad, por su estado físico, por las dificultades del terreno, pero aguantando como jabatos. Mientras, los primeros en llegar a Trevejo disfrutaban ya visitando las ruinas del castillo y sus aledaños, donde se pudieron contabilizar numerosas tumbas antropomorfas esculpidas en las rocas graníticas. Otros caminantes se repartían por la pequeña villa reponiendo fuerzas dando cuenta de unos buenos bocatas.

    Debido a las distancias y tiempos que separaban a las distintas fracciones del grupo, los caminantes decidían a discreción proseguir el camino, siendo especialmente dificultoso para la organización mantener un mínimo equilibrio en la ejecución de la ruta, poniendo especial énfasis en que nadie se perdiera. Eso era lo que importaba ya. Saliendo de Trevejo por un camino empedrado, comienza un descenso hasta un pequeño puente sobre el Arroyo Villamiel. En este punto se inicia un duro ascenso de unos 600 metros hasta Villamiel que entre resoplido y resoplido, nos hace pensar en el aumento de distancias entre grupos.

    Atravesamos la localidad sin apenas advertir los posibles atractivos de la misma. Saliendo de Villamiel y frente a su plaza de toros, se comienza entre robles y castaños un fuerte ascenso por un camino empedrado, antiguo camino de caballerizas. Sabíamos de esta última subida pero no esperábamos que fuera tan dura. El fuerte desnivel en la altitud en tan poca distancia, unido a las limitadas fuerzas que para entonces restaban a los caminantes, hizo que esta subida se hiciera especialmente dura y antipática. Una vez coronado el punto más alto de nuestra ruta, comenzamos un fuerte descenso, primero por camino pedregoso y después por pista asfaltada, para castigar aún más las piernas. Después de unos dos kilómetros logramos alcanzar la preciosa villa de San Martín de Trevejo.

   Al llegar a la localidad nos encontramos con compañeros que en Villamiel decidieron poner fin a su ruta senderista, desplazándose en taxi hasta San Martín de Trevejo, al igual que hicieron otros después. El esfuerzo realizado había sido mayúsculo para algunos, poco acostumbrados a este tipo de caminatas y para los que haber llegado hasta ese punto ya fue un gran logro digno del mayor de los aplausos. Ya todos en San Martín, con la satisfacción que supone la culminación de estas rutas, pudimos disfrutar de esta preciosa localidad, su plaza porticada y la arquitectura popular donde abundan las casas de dos plantas, con una baja que servía de bodega para el ganado y una segunda de vivienda. Todo ello con el encanto especial que le dan los regatos que fluyen por algunas de sus calles.

       Afortunadamente no hubo que lamentar ninguna lesión o torcedura de tobillo, pues los caminos eran propicios para ello. El ánimo fue fenomenal en toda la jornada. Destacar la comprensión demostrada por los socios y los numerosos amigos no socios que decidieron acompañarnos en esta ocasión, entendiendo las dificultades que fueron surgiendo y destacar, de forma muy especial, la labor realizada por la directiva en la organización y desarrollo de esta ruta, una de las más dificultosas si no la que más hasta ahora, velando en todo momento por todo el personal y sobreponiéndose constantemente a las adversidades, aún a coste de su propio disfrute de la ruta. Un aplauso grande para ellos.

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